Ribadesella
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Ruta por el casco histórico de la villa

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Descripción

  1. El Barrio del Portiellu es la antigua entrada de la villa, así que es un buen lugar para iniciar una ruta de interés arquitectónico e histórico, con sabor popular en los edificios de este antiguo barrio de pescadores, de la calle Oscura y de la calle Infante, y con aire señorial en las zonas más céntricas. Recorriendo estas pequeñas callejuelas llegaremos enseguida a la Plaza de la Reina Mª Cristina.
  2. En esta plaza encontramos el edificio más antiguo de la villa: el Palacio de Prieto Cutre del S.XVI. Fue usado como alfolí de sal y actualmente alberga el Ayuntamiento. El interés del edificio se concentra en su fachada, una joya del Renacimiento en la región. Además de este palacio, si continuamos de frente, tiene especial interés todo el conjunto de edificios con soportales de la actual calle López Muñiz, entre los que destaca la Casa de Ardines (a nuestra derecha), con el escudo de armas de la familia en la fachada. Perteneció a una ilustre familia de comerciantes, navegantes y militares, venida a menos tras la Guerra de la Independencia.
  3. Llegamos a la Plaza de la Iglesia, la antigua Plaza Vieja, donde destaca otro conjunto porticado de gran interés que conserva el sabor de cuando aún existía la iglesia anterior y a su vera se celebraba el mercado. La iglesia parroquial, bajo la advocación de Sta. Mª Magdalena, es del primer tercio del siglo XX, conserva en su interior las impresionantes pinturas de los hermanos y artistas riosellanos Uría Aza, además de un Nazareno de Víctor Hevia y los frisos del altar mayor, diseñados por Gerardo Zaragoza y ejecutados en piedra por el tallista riosellano Emilio del Valle Junco. Siguiendo por la calle Manuel Fernández Juncos encontramos la Casa de González Prieto, hoy Correos, que conserva los dos escudos familiares, y la Casa de Collado, popularmente conocida como “la Casa del Escudo”, por el monumental escudo de armas del siglo XVIII sobre su fachada de piedra. Perteneció a los Collado, otra poderosa estirpe de comerciantes y prestamistas, y en ella nacieron más tarde Darío de Regoyos, introductor del impresionismo en España, y los hermanos Uría Aza. Continuamos de frente hasta la Plaza de la Atalaya.
  4. En la plaza de la Atalaya hay un bello conjunto de casonas tradicionales, además de la Casa del Pixuecu y el Palacio de la Atalaya. Desde aquí se puede acceder a la pequeña cala de la Atalaya, o bien iniciar la ascensión por el Paseo que conduce hasta la ermita de Guía por la ladera del Monte Corberu, pasando junto a la Torre de la Atalaya, de finales del s.XIX. El ascenso ofrece unas vistas espectaculares de la villa, la playa y las montañas.
  5. Llegamos a la Ermita de Nuestra Señora de Guía, una capilla renacentista de finales del siglo XVI, aunque reformada en 1892, que acoge a la patrona de los marineros. Al edificio le falta una nave, perdida probablemente en un desprendimiento, y su elemento mejor conservado es la magnífica portada sur, en la que aún se aprecia la obra original de cantería. Hubo desde el siglo XVI al XIX, junto a la capilla, una fortificación con una batería para la defensa del puerto. Los tres cañones que hoy se ven allí forman parte de la historia riosellana, pues fueron arrojados al mar por los franceses en su retirada de la villa en la guerra de la Independencia y restituidos a su emplazamiento original en 1999. Ermita y batería son hoy el mejor mirador para contemplar la villa, las montañas y el mar. Un panel de interpretación junto a la ermita permite apreciar e identificar todos los puntos de interés que son visibles desde este privilegiado observatorio. Comenzamos a descender por las escaleras.
  6. El descenso nos lleva al Paseo de la Grúa que se construyó a finales del siglo XVIII como camino de sirga. Aquí veremos paneles explicativos dedicados a la Mitología Asturiana. A mitad del paseo se encuentra La Fuentina, cuya iconografía tallada en piedra reproduce una Xana y dos osos mitológicos en homenaje a “La Fonte del Cay”, una exquisita obra literaria de Pepín de Pría dedicada a Ribadesella en 1927. Y ya al final nos encontramos con un pequeño museo al aire libre que nos muestra los momentos más relevantes de la historia riosellana contados por Antonio Mingote; al colocarse sobre la alfombrilla de las peanas se activará una locución que explica cada uno de los paneles. Siguiendo el paseo llegaremos al puerto pesquero.
  7. A estas alturas de la ruta seguro que ya sabes algo más sobre el puerto. Fue uno de los más importantes del Cantábrico. Destacaron la industria de la ballena, con cuyas espinas se hacían los corsés de las señoras o el aceite que se fabricaba a partir de su grasa para alumbrar a media Europa; y la importación y distribución de sal, producto básico para la industria conservera y de salazones que existía en Ribadesella. También fue puerta de salida para la emigración, pues de Ribadesella partía el Bergantín Habana, entre otros, rumbo a Cuba en el S.XIX. La lonja del pescado que hoy vemos fue inaugurada en 1936, en vísperas de la Guerra Civil. La actividad del puerto se reduce hoy a una pequeña flota pesquera que sigue rulando diariamente las capturas: rape, lubina, pescadilla, mariscos: centollos, bogavantes, langostas, nécoras… Y, como no, el preciado “oro blanco” del Sella: la angula, el primer día de venta siempre hay una gran expectación y suele marcar el precio de venta más alto de la temporada. En algunos de los diferentes establecimientos de la villa podemos ver preciosas fotografías históricas del puerto.
  8. Cruzando el puente, el paseo marítimo nos lleva a la Playa de Santa Marina, donde hay excelentes ejemplos de palacetes de aire modernista, levantados a comienzos del siglo XX por la colonia de veraneantes de las clases altas, que acreditan el papel turístico pionero de Ribadesella en el norte español junto con Santander y San Sebastián y que nos indican que estamos ante una villa moderna pero de rancio abolengo y de veraneos de alcurnia.  Aunque algunos de estos edificios albergan en la actualidad hoteles, la mayoría siguen conservando su carácter de residencias privadas. Destacan el Chalé de la Marquesa de Argüelles y el  Villa Rosario. Al final del paseo marítimo está La Punta’l Pozu un precioso mirador al mar y a su izquierda, en el acantilado, las famosas huellas de dinosaurios.
  9. Para volver podemos hacerlo por el Parque de El Malecón, una zona que destaca por la marisma y su valor ecológico, pues en ella descansan aves migratorias que podemos observar desde los miradores habilitados en la ruta.
  10. Cuando estamos llegando de nuevo al puente nos encontramos con una de las construcciones más típicas y representativas de Asturias: la panera, que se diferencia del hórreo por tener ésta planta rectangular. Se utilizaban como graneros, están levantados sobre pegollos  (pilares) para evitar que la humedad y los animales, especialmente los roedores, pudieran estropear la cosecha. Si continuamos por esta misma carretera llegaremos a la Cueva de Tito Bustillo y al Centro de Arte Rupestre
Ruta que va descubriendo al paseante lo más destacado de la villa: plazas, barrios, casonas ilustres, iglesia…un paseo agradable cargado de historia
  1. El Barrio del Portiellu es la antigua entrada de la villa, así que es un buen lugar para iniciar una ruta de interés arquitectónico e histórico, con sabor popular en los edificios de este antiguo barrio de pescadores, de la calle Oscura y de la calle Infante, y con aire señorial en las zonas más céntricas. Recorriendo estas pequeñas callejuelas llegaremos enseguida a la Plaza de la Reina Mª Cristina.
  2. En esta plaza encontramos el edificio más antiguo de la villa: el Palacio de Prieto Cutre del S.XVI. Fue usado como alfolí de sal y actualmente alberga el Ayuntamiento. El interés del edificio se concentra en su fachada, una joya del Renacimiento en la región. Además de este palacio, si continuamos de frente, tiene especial interés todo el conjunto de edificios con soportales de la actual calle López Muñiz, entre los que destaca la Casa de Ardines (a nuestra derecha), con el escudo de armas de la familia en la fachada. Perteneció a una ilustre familia de comerciantes, navegantes y militares, venida a menos tras la Guerra de la Independencia.
  3. Llegamos a la Plaza de la Iglesia, la antigua Plaza Vieja, donde destaca otro conjunto porticado de gran interés que conserva el sabor de cuando aún existía la iglesia anterior y a su vera se celebraba el mercado. La iglesia parroquial, bajo la advocación de Sta. Mª Magdalena, es del primer tercio del siglo XX, conserva en su interior las impresionantes pinturas de los hermanos y artistas riosellanos Uría Aza, además de un Nazareno de Víctor Hevia y los frisos del altar mayor, diseñados por Gerardo Zaragoza y ejecutados en piedra por el tallista riosellano Emilio del Valle Junco. Siguiendo por la calle Manuel Fernández Juncos encontramos la Casa de González Prieto, hoy Correos, que conserva los dos escudos familiares, y la Casa de Collado, popularmente conocida como “la Casa del Escudo”, por el monumental escudo de armas del siglo XVIII sobre su fachada de piedra. Perteneció a los Collado, otra poderosa estirpe de comerciantes y prestamistas, y en ella nacieron más tarde Darío de Regoyos, introductor del impresionismo en España, y los hermanos Uría Aza. Continuamos de frente hasta la Plaza de la Atalaya.
  4. En la plaza de la Atalaya hay un bello conjunto de casonas tradicionales, además de la Casa del Pixuecu y el Palacio de la Atalaya. Desde aquí se puede acceder a la pequeña cala de la Atalaya, o bien iniciar la ascensión por el Paseo que conduce hasta la ermita de Guía por la ladera del Monte Corberu, pasando junto a la Torre de la Atalaya, de finales del s.XIX. El ascenso ofrece unas vistas espectaculares de la villa, la playa y las montañas.
  5. Llegamos a la Ermita de Nuestra Señora de Guía, una capilla renacentista de finales del siglo XVI, aunque reformada en 1892, que acoge a la patrona de los marineros. Al edificio le falta una nave, perdida probablemente en un desprendimiento, y su elemento mejor conservado es la magnífica portada sur, en la que aún se aprecia la obra original de cantería. Hubo desde el siglo XVI al XIX, junto a la capilla, una fortificación con una batería para la defensa del puerto. Los tres cañones que hoy se ven allí forman parte de la historia riosellana, pues fueron arrojados al mar por los franceses en su retirada de la villa en la guerra de la Independencia y restituidos a su emplazamiento original en 1999. Ermita y batería son hoy el mejor mirador para contemplar la villa, las montañas y el mar. Un panel de interpretación junto a la ermita permite apreciar e identificar todos los puntos de interés que son visibles desde este privilegiado observatorio. Comenzamos a descender por las escaleras.
  6. El descenso nos lleva al Paseo de la Grúa que se construyó a finales del siglo XVIII como camino de sirga. Aquí veremos paneles explicativos dedicados a la Mitología Asturiana. A mitad del paseo se encuentra La Fuentina, cuya iconografía tallada en piedra reproduce una Xana y dos osos mitológicos en homenaje a “La Fonte del Cay”, una exquisita obra literaria de Pepín de Pría dedicada a Ribadesella en 1927. Y ya al final nos encontramos con un pequeño museo al aire libre que nos muestra los momentos más relevantes de la historia riosellana contados por Antonio Mingote; al colocarse sobre la alfombrilla de las peanas se activará una locución que explica cada uno de los paneles. Siguiendo el paseo llegaremos al puerto pesquero.
  7. A estas alturas de la ruta seguro que ya sabes algo más sobre el puerto. Fue uno de los más importantes del Cantábrico. Destacaron la industria de la ballena, con cuyas espinas se hacían los corsés de las señoras o el aceite que se fabricaba a partir de su grasa para alumbrar a media Europa; y la importación y distribución de sal, producto básico para la industria conservera y de salazones que existía en Ribadesella. También fue puerta de salida para la emigración, pues de Ribadesella partía el Bergantín Habana, entre otros, rumbo a Cuba en el S.XIX. La lonja del pescado que hoy vemos fue inaugurada en 1936, en vísperas de la Guerra Civil. La actividad del puerto se reduce hoy a una pequeña flota pesquera que sigue rulando diariamente las capturas: rape, lubina, pescadilla, mariscos: centollos, bogavantes, langostas, nécoras… Y, como no, el preciado “oro blanco” del Sella: la angula, el primer día de venta siempre hay una gran expectación y suele marcar el precio de venta más alto de la temporada. En algunos de los diferentes establecimientos de la villa podemos ver preciosas fotografías históricas del puerto.
  8. Cruzando el puente, el paseo marítimo nos lleva a la Playa de Santa Marina, donde hay excelentes ejemplos de palacetes de aire modernista, levantados a comienzos del siglo XX por la colonia de veraneantes de las clases altas, que acreditan el papel turístico pionero de Ribadesella en el norte español junto con Santander y San Sebastián y que nos indican que estamos ante una villa moderna pero de rancio abolengo y de veraneos de alcurnia.  Aunque algunos de estos edificios albergan en la actualidad hoteles, la mayoría siguen conservando su carácter de residencias privadas. Destacan el Chalé de la Marquesa de Argüelles y el  Villa Rosario. Al final del paseo marítimo está La Punta’l Pozu un precioso mirador al mar y a su izquierda, en el acantilado, las famosas huellas de dinosaurios.
  9. Para volver podemos hacerlo por el Parque de El Malecón, una zona que destaca por la marisma y su valor ecológico, pues en ella descansan aves migratorias que podemos observar desde los miradores habilitados en la ruta.
  10. Cuando estamos llegando de nuevo al puente nos encontramos con una de las construcciones más típicas y representativas de Asturias: la panera, que se diferencia del hórreo por tener ésta planta rectangular. Se utilizaban como graneros, están levantados sobre pegollos  (pilares) para evitar que la humedad y los animales, especialmente los roedores, pudieran estropear la cosecha. Si continuamos por esta misma carretera llegaremos a la Cueva de Tito Bustillo y al Centro de Arte Rupestre

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