Ribadesella
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Camino de Santiago a su paso por Ribadesella

Camino de Santiago a su paso por Ribadesella

El Camino entra en el concejo de Ribadesella por la localidad de Cuerres, a través de un puente medieval sobre el río Guadamía o Aguamía, en cuyo entorno hay un par de molinos de agua. En la aldea de Cuerres se puede visitar la iglesia de San Mamés, antiguo centro de peregrinación, y su fuente, del siglo XVIII, situada en medio del campo ferial. Desde Cuerres, siguiendo siempre la señalización, se pasa a la aldea de Toriellu por caminos interiores, y se sigue adelante llevando la vía férrea a la derecha, hasta que las señales jacobeas indican que hay que cruzarla, dejarla a la derecha y seguir camino. Se sube el Cuetu la Barca y se comienza a descender, siempre en dirección a la villa de Ribadesella. En todo este trayecto, hasta la villa, no se pasa por las aldeas, aunque sí por sus cercanías, ya que el camino discurre por las proximidades de Palu Verde y El Infiernu, unos parajes de acantilados que pertenecen respectivamente a Camangu y Meluerda, pueblos con magníficas casonas rurales. Este litoral, bravío y solitario, es el punto más espectacular del tramo riosellano del Camino de la Costa. En Espina, dejando el pedral de Arra a la derecha, se sale a la carretera AS-263, también llamada “carretera vieja de Santander”, y desde aquí es posible desviarse de la ruta para visitar la iglesia de San Martín de Collera, que antaño tuvo un importante monasterio.


A la villa de Ribadesella se entra por el barrio de El Portiellu, aunque antaño la entrada principal bajaba por el Cuetu San Juan y la Cuesta en dirección a la iglesia vieja. Bien por la calle Trasmarina o por la calle Oscura, ambas de neto sabor antiguo, se llega frente al renacentista palacio de Prieto-Cutre, ya en el corazón de la villa. Se continúa hacia la iglesia nueva, en cuyas proximidades hubo un hospital de peregrinos desde el siglo XV hasta el XIX, y se deben admirar en el interior del templo las colosales pinturas de los hermanos Uría Aza, de mediados del siglo XX. A continuación se puede pasear por el casco viejo a lo largo de la antigua Calle Mayor, hoy Fernández Juncos, y La Atalaya, y admirar sus fachadas, para visitar después la capilla de Santa Ana, en el muelle, del siglo XVIII, restaurada recientemente e incorporada hoy al Camino.


Hasta mediados del siglo XIX era necesario cruzar la ría en barca y continuar el camino por el arenal, aunque en la actualidad se hace por el puente y por la carretera N-632. Al lado del actual instituto de enseñanza secundaria se deja la carretera nacional, se retoma el trazado primitivo y se sigue por la carreterita interior a la aldea de San Pedru, siempre al oeste. Rebasado este bonito pueblo, que fue cabecera de parroquia hasta el siglo XIX y hoy destaca por la afición a las flores de sus habitantes, la carretera enfila una fuerte pendiente que nos lleva a Abeu, una aldea con buenas casas y hórreos y con magníficas vistas al mar y a la montaña. Desde aquí se ve ya el siguiente punto a visitar, la iglesia deSan Esteban de Leces, de origen románico, que fue cabecera de un vasto territorio que dio origen al alfoz de Ribadesella. También hay en ese lugar una torre medieval, la de Ruiz de Junco, y un Albergue de Peregrinos abierto al público desde 1999, bien situado y atendido para hacer noche.


Desde aquí se sigue por un camino hasta la casería El Forniellu, un antiguo poblamiento romano, y por términos de Torre y de Barréu, aunque sin entrar en ellos, se va bajando por un camino empedrado, que antiguamente fuera camino real, hacia el pueblo y la gran playa de Vega, que ya se ven desde lo alto. Hasta su destrucción por la riada de 1988, el paso del río se hacía por un puente de piedra construido a comienzos del siglo XIX, sustituido hoy por otro menos vistoso. Se sube a la aldea de Berbes por el antiguo camino real, entre praderías que se abren hacia el mar y ofrecen una magnífica panorámica, y se llega a esta localidad, en cuya casería de El Parapetu estuvieron acuarteladas durante casi año y medio las tropas napoleónicas en la Guerra de la Independencia, pues era un lugar inmejorable para la vigilancia de los caminos y de la costa. De esta aldea se sale de nuevo a la carretera N-632 por un pasadizo espectacular, tallado en la roca, llamado La Caleyona, tras el que se deja atrás el lugar de Berbes y se llega al puente sobre el río Cerracín, límite del concejo de Ribadesella con el de Caravia, donde el Camino de la Costa abandona las tierras riosellanas.


Copyright de todos los textos por el autor: José Antonio Silva Sastre

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